Lecciones Tras Lecciones.

Y nunca terminamos por aprender. Siempre los grandes siniestros que afectan lugares que albergan grandes cantidades de personas, con saldo de víctimas fatales, resultan impactantes por la cantidad de fallecidos, lesionados y por las condiciones que los generan.

Hay uno sin embargo, que no deja de provocarme un inmenso dolor cada vez que eventos como el registrado en la Cárcel de San Miguel, traen a las primeras páginas de los diarios y a los principales noticieros de radio y televisión, ocurrido hace 13 años: el 29 de septiembre de 1997, un terrible incendio acabó con 30 vidas inocentes, de niños y jóvenes excepcionales que vivían (sic) en el hogar “Los Ceibos”, de Coanil, ubicado en la comuna de Colina. La prensa reseñó que “aparentemente un desperfecto eléctrico desató la tragedia. Poco y nada se pudo hacer ante la voracidad de las llamas, arrebatando la vida a 30 inocentes que fallecieron calcinados por el fuego entre las paredes de ese hogar (sic), las vías de escape estaban bloqueadas y fue imposible para estos niños huir”.

Nada es comparable ante tamaña tragedia, que a la fecha, no registra culpables y, al parecer, solo permanece en la mente de algunos chilenos, cada vez menos, que se impactan con estos desastres. Recuerdo que en mi programa MUNDO DE LA CONSTRUCCION, que se emitía por Radio Recreo de Viña del Mar, analizamos este desastre y concluimos, entre profesionales especializados, que gran parte de la tragedia se debió al extremadamente débil diseño de dicha edificación, carente de todo sistema de protección activa y con mínimas especificaciones respecto de la protección pasiva. Es decir, se proyectó una construcción de bajo costo (claro, Coanil es una obra de beneficencia) sin sistemas de alarma y combate de incendios, sin salidas de escape acordes con las personas que allí vivían y con una dotación de personal mínima para los casos de emergencia.

Todos estos sucesos son terribles, injustos e inaceptables para la opinión pública. Seguirán ocurriendo y seguiremos “llorando sobre la leche derramada”. MC

(Nota del editor: hemos empleado el término “excepcionales” en lugar de “limitados”, copiando a Brasil, que así les denomina con mayor justicia en nuestra opinión)

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