Monopolio eléctrico atenta contra las nuevas construcciones

La mayoría de los proyectos de construcción existentes en Santiago y regiones presentan cada vez mayores atrasos en los plazos comprometidos para entregar las obras, debido a la inaceptable actitud de las compañías de distribución  eléctrica, que incumplen compromisos y prestan servicios cada vez más deficientes dado su evidente carácter monopólico.

Hace varios años que se repite este fenómeno, específicamente desde que tales empresas pertenecen al sector privado y han limitando sus inversiones y desmejorando de manera incomprensible la calidad de sus servicios. Todos hemos sido testigos de las molestias que sufre las población ante las recurrentes y continuas fallas debidas a contingencias de variada naturaleza, las que afectan a la industria, el comercio y a los habitantes que deben soportar ingentes pérdidas por los frecuentes cortes en el suministro eléctrico, de cuyas causas por lo general nunca se informa con oportunidad ni certeza. Estas compañías responsables de proporcionar un servicio básico vital para la población, han deteriorado considerablemente sus protocolos y perdido a sus cuadros técnicos y profesionales de antaño, que poseían capacidad y experiencia comprobada. Hoy han traspasando esas importantes funciones a una multitud de «subcontratistas» que, para poder competir, disponen de personal inexperto, en cantidad insuficiente, los que desconocen procedimientos técnicos y administrativos elementales y, lo que es más grave, con conocimientos y capacidades que distan mucho de asimilarse a los equipos que antiguamente operaban en tales compañías.

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Vía crucis eléctrico.

Al solicitar provisión de energía eléctrica para una nueva construcción, el interesado debe presentar un proyecto que contenga toda la información técnica, que justifique la potencia demandada para cada caso y que supere las constantes objeciones y observaciones iniciales . Dicha presentación demora tiempos indeterminados de trámites en los «departamentos de ingeniería», los que informan plazos que jamas cumplen. Finalmente la compañía entregará un presupuesto por las obras a ejecutar, con montos que escapan a toda capacidad de asombro, sin derecho a recibir las justificaciones mínimas, ni menos a reclamar. Mal que mal, son un monopolio: no hay otra alternativa para contar con suministro de energía eléctrica.

Por mucho que el interesado se apresure a cancelar tales costos, tampoco se puede confiar en que la compañía procederá a ejecutar las obras canceladas en los plazos ofrecidos, razón por la cual, una vez «pagada la cuenta», se debe disponer recursos para estar permanentemente consultando por el inicio de las respectivas obras. Y cuando por fin se presenta el primer subcontratista a la obra, sin aviso previo ni coordinación alguna con el constructor, aquel detecta errores en lo que la propia compañía especificó; luego de regularizar lo anterior, aparece otro subcontratista que encontrará «malo» lo que ejecutó el anterior y así sucesivamente hasta llegar al cuarto o quinto equipo distinto que se tomará todo el tiempo del mundo para acometer los trabajos y que se atenderá consultas, observaciones o reclamos. Una vez que por fin concluyen los trabajos, la obra -edificio, población u otro- ha estado terminado por varios meses esperando la conexión eléctrica a la red pública, en una letanía que parece exagerada pero que es una realidad presente en todo tipo de obras en nuestro medio.

La situación descrita no ha mejorado sino por el contrario, cada día es peor, por lo que desde esta tribuna solicitamos a las autoridades y a los gremios del sector, representar ante el Estado esta suma de irregularidades en que incurren estos organismos monopólicos, para exigir la inmediata solución a los problemas descritos, especialmente respecto de mejoras sustanciales en la atención y en la calidad del servicio; en el cumplimiento de los plazos y en la coordinación adecuada entre los diversos estamentos que participan en los procesos internos de cada compañía, de modo de dotar de energía eléctrica a las nuevas edificaciones en plazos y costos razonables.

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