Los grandes también se equivocan al especificar

Según informa el diario El País, España, la fachada del Palau de les Arts, en Valencia, obra de uno de los grandes de la arquitectura e ingeniería hispana, Santiago Calatrava, se está arrugando, tal cual la piel de los ancianos. Es el primer síntoma de una patología que acabará en lamentables desprendimientos del trencadís, sistema de recubrimiento compuesto por plancha de acero soldado en la base, mortero y cerámica pegada, según se indica en las especificaciones técnicas del proyecto.

Los abombamientos en la piel, formada por 20.000 metros cuadrados de pequeñas piezas irregulares de cerámica, son visibles para cualquier transeúnte. Y muy llamativos, porque el Palau de les Arts, apenas tiene siete años de vida. Costó a la Generalitat 478 millones de euros, aunque su costo estimado inicialmente apenas superaba los 100 millones, de acuerdo a lo que informó la propia Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia, donde se enclava, siendo el edificio de La ópera, su mayor ícono visual.

El pasado martes, la diputada Mónica Oltra, denunció el deterioro de la fachada del Palau, presentando fotos como evidencia de tales abombamientos. Fuentes oficiales respondieron de inmediato que “solo se trataría de un efecto de la luz”. Eso, por que cuando el sol da directamente sobre la fachada, el “trencadís deja traslucir los cordones de soldadura que sostienen la cáscara metálica”, señalaron. Desmintieron rotundamente cualquier problema y aseguraron que el edificio es sometido a controles periódicos. El estudio de Calatrava en Zurich no respondió ayer a las peticiones del periódico para comentar lo sucedido, al tiempo que informa que el arquitecto ha cerrado su estudio en Valencia, su tierra natal, lo mismo que la sociedad de inversión que posee en Madrid, la capital.

El País consultó al profesor de Construcción de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia, Vicente Blasco, quien observó ayer las arrugas” en zonas soleadas y las sombreadas, El especialista sostuvo que posiblemente están provocadas por la aparente “falta de juntas de dilatación” y “por la incompatibilidad entre los cocientes de dilatación de las planchas de acero y el trencadís de cerámica de su revestimiento”. La impresión es similar a “cuando empujas un papel por sus extremos: se contrae y se arruga”, graficó.

El arquitecto Carlos Meri, autor del paso elevado del puerto de la Copa del América y de algunas estaciones de la línea 3 del metro de Valencia, no avala la versión oficial de que las fallas se deban a los cordones de soldadura. Meri relata que siguió de cerca el proceso de construcción y le produjo “perplejidad” el sistema especificado para la cubierta, esto es acero soldado, mortero y cerámica pegada (trencadís), comenté “eso va a saltar”, recuerda. Le llamó la atención que Calatrava “se atreviera a indicar cerámica sobre la plancha de acero”. Aclaró que el trencadís se ponía por la noche, “con el material frío, ya que el mortero no agarra con calor”.

Meri explica que la cerámica a la intemperie se va deformando por el gradiente térmico y “a la larga se cae”, porque aunque es impermeable, el mortero no lo es, aunque esté hidrofugado y tiene una vida de unos 10 años. Aclara que si se filtra agua, pierde adherencia. Según explica, la cerámica sobre hormigón no ofrece ningún problema porque hay mucha masa, lo que no sucede si se coloca sobre acero de menor espesor. Como solución, Meri propone “que le quiten el trencadís y lo dejen pintado, y entrega la receta para mantener la cubierta: “lijar y pintar, como en los barcos”. MC

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