El Riesgo de Construir en Regiones

Revisando los diarios regionales, es frecuente encontrar noticias relacionadas con proyectos del sector público, que fracasan por cuanto las empresas que participan en las respectivas propuestas, una vez adjudicada las obras no logran resolver con éxito los problemas logísticos que implica edificar lejos de las grandes ciudades. Es lo que ha sucedido esta vez con la construcción de la posta de Agoní Alto, en Queilen, Chiloé, obra ejecutada hace un par de años que está presentando serios problemas en sus instalaciones y terminaciones, lo que ha dado origen a un sumario que permita establecer responsabilidades.

En la localidad de Quellón, en tanto, está paralizada la construcción del consultorio Vista Hermosa, que ejecutaba la empresa Alex Fritz, la que por problemas de Bases, no pudo culminar las obras. Las autoridades señalan que tras dos procesos fallidos de licitación para terminarlo y gracias al cobro de las boletas de garantía por seriedad de las ofertas, el Servicio dispondrá de 7 millones de pesos adicionales al presupuestado originalmente, lo que permitiría concluir las obras.

En ambos casos hay dramas y víctimas directas e indirectas: trabajadores, proveedores y los propios empresarios. Construir en zonas apartadas es de suyo complejo en tanto los materiales deben soportar un fuerte incremento en sus costos por concepto de transporte y la mano de obra también se encarece por cuanto, debe “importarse” desde comunas alejadas, con los consiguientes gastos de traslado, alojamiento y viáticos. Y los presupuestos no dan para tanto.

No obstante, resulta lógico preguntarse ¿Por qué las empresas compiten en tan desventajosas condiciones? Aventuramos una respuesta: las empresas creen poseer “la receta” para transformar en “buen negocio” algo que posee demasiados “flancos débiles”. La realidad dice finalmente que, ello no fue posible y las empresas constructoras pequeñas, que intentan aportar con su esfuerzo, optimismo y audacia, al desarrollo de las zonas apartadas, deben pagar el precio de una verdad anunciada: no es posible construir a precios racionales en tales condiciones.

Es el momento de aunar criterios entre las autoridades y las empresas privadas, para buscar el mecanismo que termine con estas antiguas e improductivas prácticas, mediante disposiciones contractuales que permitan a los constructores locales, asumir compromisos con sus localidades de origen mediante el establecimiento de incentivos y subsidios que pongan termino a los riesgos que hasta aquí, solo han perjudicado a los emprendedores y a las comunidades que seguirán esperando por las soluciones a sus necesidades de infraestructura de todo tipo. MC

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